K-Thommas

                          Con una es suficiente.

Aunque siempre intento apreciar y comprender el amplio trabajo que existe detrás de todo restaurante, hay ocasiones en las que me es imposible dar buenas referencias de algunos lugares. En este caso en concreto, me refiero al restaurante K-Thommas, situado en el madrileño barrio de Vallecas.
Guiados por la alta puntuación recibida, y la seguridad con que ofrecían "el mejor steak tartar de Madrid" en una conocida página de reservas, nos dejamos llevar.

A la puerta del restaurante se accede por un camino de acera entre jardines, sorprendente es, que la dirección que se facilita para llegar a él, está justamente por la parte trasera, parte de la cocina, por cuya puerta se sacan los desperdicios.

Una vez encontrada la puerta del restaurante, procedemos a la entrada y acomodo en el mismo.
Nos sitúan en una mesa pequeña, como lo es el comedor, y nos proveen de las cartas para confeccionar el menú. Tras decidir que degustaríamos, pedimos la carta de vinos.
Una carta, que podemos llamar previsible, ofreciendo típicas referencias. En blancos ni rastro de riesling. En tintos ni rastro de priorato. Espumosos totalmente nulos.

No ofreciendo ninguna referencia de espumosos, nos decidimos por un blanco. A la hora de pedir el vino, nos comunican que no disponen de ninguno de los blancos que tienen en la carta. La lucha perdida de siempre. No es difícil comunicar al comensal que ciertas referencias no se encuentran disponibles. Por lo que nos toca volver a ojear la carta para elegir, esta vez en tinto, el agraciado para beber.

El snack de bienvenida llega a la mesa antes que la bebida, algo impensable en un sitio de referencia. Tras volver a pedir el vino, esperamos durante diez minutos que llegue. Nos comunican que tampoco lo tienen en stock, nos vuelven a ofrecer la carta, pero para terminar con el juego de azar decidimos pedir dos cervezas.
Nos sirven pan,  lo acomodan encima de cada uno de los mantelitos individuales.

El snack de bienvenida consiste en unas bolitas de queso sobre una cama de lechuga, con más salsa de queso para mojarlas...Pues..queso..

Como entrante para compartir, croquetas de carabineros y salsa de bogavante. Efectivamente los trozos de marisco existían, aunque totalmente anodinos. La masa con grumos. Este era uno de los platos más aclamados, dejando a un lado el steak tartar.

Continuamos con unos saquitos de verduras, pasados en la fritura, grasientos, reposando sobre una cama de lechuga (excedente de stock), y con un relleno en el que solo se siente un queso demasiado fuerte. Vienen acompañados de una "crema" de calabaza totalmente líquida.

Como plato principal "el mejor steak tartar de Madrid".Suena bien, a la vez que un poco fanfarrón.
Uno de los primeros valores que te muestran en la larga carrera de convertirte en cocinero,  es la humildad, y no sentirte superior al resto.
Indudablemente decidimos probarlo.
Aunque la preparación no es delante del comensal, sí tienen la amabilidad de sacarlo para que quede al gusto del comensal.
Tras una primera prueba, se reclama un aderezo más de picante, tras una segunda prueba se reclama un poco más de salsa wortesceshire. Al instante el steak sale emplatado....el sabor es el de la primera prueba y no se vuelve a corregir.La presentación con patatas fritas¿? (que al menos son caseras, y pimientos verdes¿?), y patatas paja, ¿Pedimos carne o patatas?.Nuestras dudas se hacen realidad, no se trata del mejor steak tartar de Madrid.

Nos decidimos también por un bacalao a la mostaza dulce tostada. Mal sabor, mal olor. Aún comunicándolo a una de las personas que nos atendieron, el caso fue totalmente omiso. El plato, como es evidente, se dejó entero, pero se cobró en factura.

Como fin de velada, nos enfundamos nuestros abrigos y salimos sin mirar atrás.
Todo lo que relato son experiencias personales, que quizás no tengan que acaecer sobre vuestra persona, aunque tenemos un buen dicho español que narra:  más vale prevenir que curar...